Jardin natural

Un riego apropiado

Este aspecto dependerá de la naturaleza de la planta y de la evaporación que en la misma se origine. Así, las plantas de hojas amplias y tiernas tendrán mayores necesidad de agua, mientras que las de hojas estrechas y duras requerirán riegos menos frecuentes, incluso prácticamente nulos en las apocas frías, de reposo vegetativo. Por otra parte, la necesidad de riego será mayor cuanto más elevada sea la temperatura, pues en este caso la transpiración de la planta será también mayor y la pérdida de agua por las hojas resultará cuantiosa.

Por norma general, las plantas de interior presentan menor evaporación y, consecuentemente, necesitan menos agua, es decir, riegos más espaciados, salvo que las condiciones de calefacción provoquen una sequedad excesiva. En este supuesto, al igual que en verano, los riegos han de ser más frecuentes para mantener la planta fresca y ligeramente húmeda, sin llegar al encharcamiento. Las plantas que necesitan menos riego durante el reposo vegetativo son las de hoja caduca, los bulbos, los rizomas, los tubérculos, las plantas crasas y las de reposo absoluto.

Antes de regar es preciso examinar con cuidado la tierra en la superficie de la maceta para ver el grado de humedad que posee. Una maceta está bien regada y no necesita más agua cuando, tomando un poco de tierra con los dedos, está húmeda, pero apretándola no gotea.

Los nutrientes

Las plantas necesitan ser alimentadas para subsistir, ya que las reservas naturales de la tierra se agotan. De esta forma el uso de abono, líquido o sólido, orgánico o inorgánico, es totalmente necesario.

Toda planta necesita tres elementos nutritivos importantes: nitrógeno, necesario para el crecimiento; fósforo, imprescindible para la formación de las hojas nuevas y los brotes de flores; y potasio, útil para dar robustez y resistencia. Además de estos tres elementos, un abono aporta los llamados oligoelementos (magnesio, azufre, hierro, boro, cobre...), indispensables para la vida de una planta.